Criaturas que nacen muertas o defectuosas – Las mujeres con sangre Rh- negativa que no recibieron el antídoto (inmunoglobulina antiRh) quedan expuestas a reacciones a la sangre Rh-positiva y sus futuros hijos corren el riesgo de sufrir una excesiva destrucción de glóbulos rojos (hemólisis), lo cual puede provocarle al recién nacido la grave enfermedad hemolítica.
Predisposición a abortos espontáneos – Las mujeres que abortan corren el riesgo de sufrir abortos espontáneos en una proporción 35% mayor al de aquellas que nunca abortaron.
Dolencia inflamatoria de pelvis – Es una complicación muy común de los abortos provocados. Puede, a su vez, causar abortos espontáneos, esterilidad y dolores pélvicos crónicos.
Problemas para la gravidez – Las mujeres que han abortado experimentan con frecuencia complicaciones en partos posteriores.
Partos prematuros – Después de varios abortos, aumentan dos o tres veces los riesgos de partos prematuros.
Cáncer de mama – Según un estudio publicado por el Journal of Epidemiology and Community Health, de los EE.UU., el aborto aumenta en 30 % el riesgo de que la mujer desarrolle cáncer de mama.
El aumento de ese riesgo es atribuido al crecimiento anormal de células en las mamas que, en la gravidez, se convierten en productoras de leche o mueren.
Como la mayoría de los abortos ocurren antes que dicha muerte celular, esas células pueden convertirse en cancerosas (4)
Los científicos de Penn State University y del Baruch College que realizaron ese estudio revisaron 23 trabajos ya publicados sobre el tema, en los que se analizan 26000 casos de mujeres con tumor y cerca de 35000 mujeres sanas. Los investigadores estiman que el aborto es responsable por cerca de 5000 casos de cáncer de mama por año en los Estados Unidos. (5)
Embarazos ectópicos – Las mujeres que se someten a abortos adquieren la predisposición a los embarazos ectópicos, es decir, embarazos que se desarrollan fuera del lugar normal (útero).
En este tipo de embarazos, el feto se desarrolla en las trompas de Falopio y no en el útero, lugar apropiado. Esta es una situación muy peligrosa que aumenta significativamente el riesgo de vida de la madre y que puede provocar la perforación de la trompa.
Los estudios científicos están indicando que el riesgo del embarazo ectópico se duplica después del primer aborto provocado y puede cuadruplicarse después del segundo. (6)
Dado que la píldora RU-486 no evita este tipo de embarazos, el uso de la misma agrava el riesgo de vida de la mujer que la utiliza, porque la hemorragia provocaría la falsa impresión de que ya no está embarazada.
Consecuencias emocionales,
psicológicas y psiquiátricas del aborto
(9) ¿El aborto provoca problemas emocionales, psicológicos y psiquiátricos?
Sí, el aborto provoca serios problemas emocionales como:
Remordimientos – La mayoría de las mujeres que abortaron tuvieron sentimientos de remordimiento por la falta del hijo que "debería haber dado a luz".
La salud psicológica y física de la mujer se ve afectada por el aborto de aquel que siempre será para ella, a lo largo de toda su vida, su propio hijo, haya o no nacido.
Los síntomas clínicos del remordimiento que ello provoca, varían y perduran hasta muchos años después del horrendo crimen.
La Dra. Marie A. Peeterers-Ney afirma:
"En la literatura aparecen síntomas tales como (...) el del aniversario de la fecha del aborto o de las fecha en que hubiese nacido el bebé, con motivo del cual la mujer tiene dolores abdominales, migraña, afecciones psicológicas o disfunciones sexuales". (1)
El aborto marca para siempre, como lo confirman numerosos testimonios: "No sé por qué lo hice," declaró una mujer, "pero de lo que sí estoy segura es que aún no me recupero de esa experiencia. Las pesadillas no me dejan vivir en paz." (2)
Ansiedad y depresión – Las adolescentes son más propensas que las mujeres adultas a sufrir las secuelas psicológicas. Aunque la primera reacción puede ser de alivio por no estar más embarazada, la ansiedad, la depresión y el sentimiento de culpa, aparecen pronto.
Síndrome post-aborto – No cabe duda que la práctica del aborto provoca graves tensiones. La mujer posee un instinto materno dado por la misma naturaleza. Violentarlo significa acumular traumas que a veces se manifiestan poco después, pero en otras ocasiones quedan latentes y explotan años más tarde, en las formas más inesperadas como patologías y reacciones psicológicas anómalas.
Es cada día más evidente que, en algunos casos, la respuesta de la mujer a ese trauma es similar a la neurosis post-traumática ("post traumatic stress disorder") de algunos veteranos de guerra.
Algunos de estos reflejos son: angustia, ansiedad, uso de drogas, pérdida de la autoestima, sentimiento de culpa, insomnio, pesadillas aterradoras, abuso de fármacos, afecciones psicosomáticas, agotamiento, dificultad de concentración, misantropía y depresión.
Este cuadro se agrava si la mujer intenta acallar su conciencia negando que el aborto fue el asesinato de su propio hijo. El negarse a reconocer el propio crimen provoca en ella reacciones psicológicas profundas y desencontradas, que la catapultan a un estado de ansiedad, traumas nerviosos e irritabilidad casi insoportable.
A su vez, la Dra. Maria Simon, psicóloga en la Clínica Ginecológica Universitaria de Würzburg (Alemania), señala que:
"tras un aborto se acumulan las siguientes consecuencias psíquicas: sentimientos de remordimiento y de culpa, oscilaciones de ánimo y depresiones, llanto inmotivado, estados de miedo y pesadillas. Frecuentemente, afirma, estos fenómenos van acompañados de perturbaciones físicas, como alteraciones del ritmo cardíaco o de la tensión arterial, migraña, trastornos del aparato digestivo o calambres en el vientre. Inmediatamente tras el aborto y bastante tiempo después, las pesadillas tienen como tema niños pequeños muertos. Al 52 % de las encuestadas les molesta ver a mujeres embarazadas porque les recuerdan sus propios hijos abortados. En el 70 % de las mujeres surge una y otra vez el pensamiento de cómo serían las cosas si el niño abortado viviera ahora. Además, las encuestas arrojan proporciones de hasta 50 % de uniones que se rompen después de un aborto." (3)
La Dra. Wanda Franz, de la Universidad de West Virginia (EE.UU.) indica el remedio para las mujeres que alguna vez abortaron:
"Ante todo y principalmente, es necesario enfrentar la realidad de haber cometido un aborto. La verdad es que, cuando una mujer acepta someterse a un aborto, ella consiente en asistir a la ejecución de su propio hijo. Esa amarga realidad... se opone a la realidad biológica de la mujer, que ha sido ordenada precisamente para el cuidado y nutrición de su hijo, incluso no nacido. Asumir el papel de "verdugo", especialmente de su propio hijo, sobre el cual ella misma reconoce la responsabilidad de protegerlo, es extremadamente doloroso y difícil. El aborto es todo lo contrario al orden natural de las cosas y automáticamente induce a una sensación de culpa. La mujer debe, sin embargo, admitir su culpa para poder convivir con ella". (4)
La Profesora María Esther Perea de Martínez cita el interesante testimonio de la escritora alemana Karin Struk, quien tuvo cuatro niños y abortó uno. Después de referirse a lo que denominó "una de las experiencias más espantosas de mi vida", afirmó:
"Después del aborto descubrí que cualquier proceso de cura requiere la ayuda de Dios. La presencia de Jesús era indispensable. Esta pieza que faltaba fue la que me hizo reaccionar" (5)
(10) ¿También el padre sufre las consecuencias post-traumáticas del aborto?
Como refiere Eric Pastuszek, las investigaciones señalan que cuando un hombre se da cuenta de que su hijo ha sido abortado, con frecuencia experimenta severas reacciones negativas. Uno de estos padres así lo explicó:
"Usted probablemente haya leído acerca de lo que causaron a los veteranos de Vietnam los sentimientos de culpa y las emociones reprimidas. Ellos lo llaman 'neurosis post-traumática'. Este fenómeno resulta básicamente de la intención de acallar o suprimir el recuerdo de la reacción a la muerte y la violencia que los rodeaba. Ese es el mismo tipo de reacción que tuve frente al aborto de mi esposa". (6)
El “stress” que sufre el padre se intensifica cuando la ley le niega todo poder para proteger la vida de su hijo no nacido, como ocurre en los EE.UU, donde la Corte Suprema "determinó que lo que el Estado no tiene (el derecho a prohibir un aborto) no puede concederlo a nadie más." Ello implica "que no existen derechos naturales creados por la paternidad", al punto que una sentencia del Supremo Tribunal de California sugirió que el niño es "un patrimonio del Estado" y si éste no lo valora, "nadie más puede protegerlo, ni siquiera quién lo engendró". (7)
Una de las graves consecuencias de esta situación es que, "si el hombre sabe que no tiene ningún derecho, no crea un vínculo con ese bebé no nacido" y "no protege a la madre que necesita un apoyo de su marido para atravesar el embarazo". De ahí que "la mayor parte de las relaciones se quiebran después del aborto", el 80 % de acuerdo a una estadística de la Abortion Recovery Canada (8)
Aborto:
¿simple extracción de un coágulo
u homicidio de una vida humana inocente?
Uno de los puntos clave de la controversia sobre el aborto es saber cuándo comienza la vida humana.
En sentido meramente biológico, puede decirse que no comienza sino apenas se transmite. Todas las células vivas provienen de otras células vivas. Esa continuidad de vida es el postulado básico de la biología. (1) Pero esa explicación no basta porque también los espermatozoides, los óvulos o cualquier célula del organismo humano son seres vivos.
No se trata de defender apenas la vida. Hasta los animales y las plantas la tienen. Se trata de defender algo intrínsecamente más noble: la vida humana. Y más específicamente, la vida humana inocente e indefensa.
Generalmente, los promotores de la legalización del aborto se empeñan en afirmar que no hay víctimas.
De ahí que sustenten que el producto de la concepción es una simple masa informe de protoplasma. De esa forma, el aborto consistiría en la mera eliminación de un parásito, de un tumor o de un amasijo de carne enquistado en el vientre materno.
Es lo que da sentido a las cínicas declaraciones del médico abortista, Dr. Martti Kekomaki: "Un bebé abortado es simple basura". Y también a las palabras, no menos cínicas del Dr. Howard I. Diamond: "Tengo pena de un gato hambriento... Un feto no deseado: eso no es deplorable" (2)
Desde ese punto de vista, el aborto provocado no podría ser considerado un crimen o un asesinato, pues no habría homicidio donde nunca hubo vida humana. El interrumpir el embarazo, inclusive 24 horas antes del parto, sería un derecho incuestionable de la mujer.
Por el contrario, si el embrión es un ser humano, individual, autónomo e irrepetible, el aborto provocado se identifica con el homicidio. Así, el nonato merece la misma protección legal que se debe a todo hombre, pues su vida es tan humana como la de una criatura ya nacida o la de un adulto.
Se trata por lo tanto, de saber si el producto de la concepción es o no una vida humana. Es precisamente lo que se responderá en este capítulo.
(11) ¿Cuál es el instante inicial de la vida humana?
La embriología y la biogenética han demostrado, con absoluta certeza, que la vida de un nuevo ser humano comienza en el momento en que se unen el gameto masculino (espermatozoide) y el gameto femenino (óvulo).
En este proceso de fusión se unen 23 cromosomas del espermatozoide paterno a los 23 cromosomas del óvulo materno.
En ese mismo instante se forma una nueva célula de 46 cromosomas, llamada cigoto, el cual "contiene una nueva combinación de material genético, resultando un individuo diferente tanto de los padres como de cualquier otro en el universo". (3)
Sobre este tema así se pronunció una autoridad internacional en la materia, el "Inmediatamente después que los 23 cromosomas paternos llevados por el espermatozoide se unen a los 23 cromosomas maternos que aporta el óvulo, toda la información necesaria y suficiente para la constitución genética de un nuevo ser humano se encuentra reunida." (4)
(12) ¿Una mera célula puede ser considerada un ser humano?
Sí. En las palabras del embriologista Dr. Keith Moore:
"cada uno de nosotros comenzó la vida como una simple célula llamada cigoto".(5)
Después de la fertilización del óvulo, no hay ninguna otra fase o etapa en que el embrión reciba una nueva y esencial contribución genética para ser lo que es.
Dice el ya citado Prof. Lejeune:
"El hecho de que el niño vaya creciendo en el seno de su madre durante 9 meses, en nada modifica su condición humana." (6)
Aquella minúscula célula es un ser humano único y completo:
• Único, porque nunca existió y jamás existirá en la historia un ser idéntico a él. "La concepción confiere la vida y hace a ésta única en su género", afirman los médicos Landrum Shettles y David Rorvik. (7)
• Completo porque el código genético del cigoto contiene todas las informaciones sobre cada una de las características de un nuevo ser humano, tales como la altura, el color de los ojos, el cabello, la piel, el sexo, etc.
Escriben Shettles y Rorvik:
"El tipo genético –las características heredadas de un ser humano individualizado- es establecido en el proceso de la concepción y permanecerá en vigor por toda la vida de aquel individuo".(8)
Por lo tanto, a partir de la fecundación estamos ya en presencia de una nueva vida humana. Nunca antes en la historia de la humanidad ha existido exactamente ese ser. Y nunca más volverá a existir otro ser humano exactamente igual a ese. El embrión sólo necesitará de nutrición, oxígeno y tiempo para llegar a la plena maduración de un hombre adulto.
Como bien sintetizó el Dr. Jerôme Lejeune:
"Una vez concebido, un hombre es un hombre". (9)
(13) El óvulo fertilizado o cigoto ¿es sólo un ser humano potencial?
No. El cigoto (u óvulo fertilizado) no es un ser humano potencial, sino un ser humano con gran potencial.
Podríamos decir que el espermatozoide y el óvulo, antes de su unión, constituyen células con una dignidad especial, porque una vez completada su unión, se transformarán en un ser humano en el pleno sentido del término.
(14) Esa nueva célula ¿no es un mero proyecto de vida humana?
Llamar al cigoto “mero proyecto de vida humana” es completamente absurdo.
Un "proyecto" de construcción edilicia, por ejemplo, es simplemente un plano arquitectónico concebido en el papel, sin ninguna potencialidad para crecer y desarrollarse por sí mismo. Podría quedar guardado en un cajón y nunca se transformaría en un edificio.
Pero la nueva célula o cigoto se desarrolla por sí misma, primero en la trompa de Falopio, luego en el útero materno y aún fuera de él como lo prueban las recientes experiencias.
Destruir el proyecto de una casa, no es destruir la casa.
Pero matar al cigoto, es suprimir un ser humano que ha comenzado ya a desarrollarse.
El ya citado Prof. Jerôme Lejeune, descubridor de la causa genética del síndrome de Down (mongolismo), así resumió, en una brillante exposición ante la Corte de Maryville, Tennessee (EUA), el proceso de generación humano:
"Todo ser humano en su inicio, inmediatamente después de la fecundación, se divide en dos células, con posterioridad, una de ellas se divide y quedan tres. Porque curiosamente, no nos dividimos en 2, 4, 8 y así sucesivamente. No, en el comienzo no hacemos eso.
"Después de aquel estadio de tres células, la otra célula también se divide, quedan cuatro y continúa enseguida la división por múltiplos de dos. ¿Cuál podría ser el significado de tal fenómeno?
"Probablemente en aquel momento un mensaje pasa de una célula a las otras dos y vuelve a la primera, e inmediatamente se digan: 'no somos una población de células. Estamos destinadas a ser un individuo'. La individualización es lo que origina la diferencia entre una población de células, simple organización de tejidos, y un individuo que se constituye a sí mismo según su propia regla. La individualización es demostrada en el estadio de tres células, es decir, inmediatamente después de la fecundación.
"El carácter único de todo ser humano en el inicio de su vida era, hasta hace algunos años, una deducción que se infería a partir de todo lo que sabíamos de los genes y de las diferencias entre individuos. Ese carácter único hoy se lo ha demostrado experimentalmente.
"Esto fue descubierto en Inglaterra por Jeffreys, notable manipulador del ADN. (10)
“Jeffreys descubrió que podía seleccionar un segmento del ADN con el cual era capaz de preparar una cantidad apreciable con un mensaje específico y repetidamente llevarlo en numerosas direcciones de varios cromosomas.
"Esos genes repetidos, tan numerosos, contienen innumerables pequeñas variaciones..., como un código de barras impreso en los productos de los comercios...
“Fueron hechas tantas investigaciones que ahora se sabe que, mirando el código de barras [genético] y el sistema de Jeffreys correspondiente, la probabilidad de hallar dos individuos iguales es inferior a mil millones.
"Ya no es una teoría el hecho de que cada uno de nosotros es un ser único. Esto fue demostrado y esta demostración es tan simple como el código de supermercado, con la diferencia de que ¡en este caso, no nos indica el precio de una vida humana!" (11)
(15) ¿Cuándo y dónde se da la fecundación del óvulo?
La fecundación del óvulo por el espermatozoide se da, 12 a 24 horas después de la ovulación, en las trompas de Falopio.
(16) ¿Qué ocurre después de la fecundación del óvulo?
El cigoto avanza camino al útero, al mismo tiempo que se inician en su interior las primeras divisiones celulares. Cerca de seis días después de la fertilización, el proceso de multiplicación de aquella primera "célula" o huevo lo transforma en embrión (en ese momento llamado blastocito), que se implanta en el revestimiento nutriente del útero o endometrio.
La implantación en el útero se completa alrededor del duodécimo día después de la fertilización.
Cabe aclarar que la fertilización, fecundación o concepción son tres términos sinónimos (unión del espermatozoide con el óvulo). Los abortistas los diferencian y afirman falsamente que la fecundación es la unión sin vida humana y la concepción es la implantación en el útero.
(17) ¿La estructura del embrión humano es más compleja que la de una criatura recién nacida?
Sí. El embrión humano posee una estructura más compleja que la de un recién nacido, por poseer un conjunto de partes auxiliares que son utilizadas mientras aquél se encuentra en el útero: el líquido amniótico, el cordón umbilical y la placenta.
(18) ¿Cuándo un embrión es "viable"?
Como todos los "slogans" abortistas, la expresión 'viable' es ambigua y se presta a toda suerte de chicanas y confusiones.
Si por "viabilidad" entendemos la capacidad que tiene el embrión de continuar desarrollándose sin ayuda y de forma independiente fuera del útero, entonces, basados en la más elemental experiencia, forzosamente debemos concluir que, incluso después de nacidos, los niños no son "viables".
Afirmamos esto porque, sin un continuo cuidado de la madre o de otra persona los bebés morirían en poco tiempo.
Esa dependencia se extiende durante la primera infancia de la criatura y disminuirá gradualmente.
La viabilidad mide únicamente el estadio del desarrollo de lo que sustenta la vida y no la humanidad o la inviolabilidad de la vida.
Médicamente se habla de "viabilidad" después de las 20 semanas de gestación cuando el feto ya pesa 500 gramos y con cuidados especiales puede seguir viviendo
(19) ¿No es la madre la que da sus células a su hijo?
¡De ningún modo! Todos los órganos auxiliares –placenta, cordón umbilical, líquido amniótico- no son creados por el cuerpo de la madre, sino por el mismo embrión. Estos son partes del nuevo ser y no de la madre.
De acuerdo con la biología y la genética es el embrión quien asume, en una verdadera explosión de vitalidad, su autorrealización dentro del útero materno.
El Dr. Bart Heffernan así describe este período de desarrollo dinámico:
"Desde su concepción, la criatura es un individuo complejo, dinámico y de rápido crecimiento. A través de un proceso natural y continuo, el simple óvulo fertilizado irá desarrollándose, aproximadamente a lo largo de nueve meses, en trillones de células del recién nacido." (12)
(20) Entonces, ¿por qué muere el niño si se lo extrae antes de tiempo?
Necesariamente no muere. Hasta el siglo pasado, los niños prematuros nacidos antes del séptimo mes generalmente morían por falta de medios técnicos adecuados para mantenerlos vivos.
Por el contrario, hoy es posible salvar a una criatura nacida después de la vigésima semana (cuatro meses y 20 días).
Los científicos ya están procurando desarrollar una placenta artificial para que sean "viables" los embriones de diez semanas de vida (dos meses y medio).
Por lo tanto, de algún modo el bebé puede desarrollarse por sí mismo, dependiendo del perfeccionamiento de los sistemas técnicos de apoyo.
La vida intrauterina del bebé
(21) ¿Cuántas semanas dura el embarazo?
Cuarenta semanas. La verdadera edad del bebé se debe contar a partir de la concepción.
(22) ¿En qué momento comienza a latir el corazón y a funcionar el cerebro ?
Al cabo de las tres semanas de la concepción (21 días), el corazón humano comienza a latir, bombeando sangre que puede ser de un tipo diferente al de la madre. Y transcurridas seis semanas desde la concepción (40 días), la actividad cerebral ya consigue ser captada por el electroencefalograma.
Algunos abortistas sostienen que sólo hay vida humana recién cuando aparece la actividad cerebral y dicen que, así como una persona está muerta cuando su actividad cerebral no puede medirse por el electroencefalograma, el feto tampoco es humano en tanto no aparezca esta actividad.
Esto es erróneo desde todo punto de vista, pero específicamente en cuanto a las células nerviosas, ya que en la muerte cerebral ellas vivieron y ya murieron; en el feto, por el contrario, empezarán a vivir.
(23) ¿Cuándo está completamente formado el cuerpo del bebé?
En The Early Biography Everyman, el Dr. Bart Heffernan escribe:
"Después de la octava semana, ningún otro rudimento de órgano embrionario será formado. Todo cuanto debe tener un niño desarrollado ya se encuentra presente." (1)
(24) ¿Puede describir la fase intrauterina de la vida del bebé?
Esta fase intrauterina fue muy bien descripta por el Dr. William A. Liley, conocido como el "padre de la Fetología":
"El nuevo ser, organizando su ambiente y dirigiendo su destino con tenaz determinación, se implanta en la pared esponjosa o endometrio. En una manifestación de vigor fisiológico, suprime el período menstrual de la madre.
"Aquella será su casa durante los próximos 270 días y, para hacerla habitable, el embrión desarrolla para sí una placenta y un envoltorio protector con líquido amniótico.
"Sabemos que el feto está siempre moviéndose en su exuberante mundo, de tal modo que la comodidad del feto determina su posición.
"Reacciona ante el dolor, al contacto, al frío, al sonido y a la luz.
"Se alimenta del fluido amniótico, absorbiendo mayor cantidad si es endulzado artificialmente y en menor cantidad si tiene un gusto que no le agrada.
"Solloza y se chupa el dedo. Duerme y se despierta. No le agradan las señales repetitivas, pero se le puede enseñar a distinguir dos señales sucesivas.
"Y finalmente, es él quien determina el día en que va a nacer, porque, sin ninguna duda, el inicio del parto es una decisión unilateral del nonato.
"Este es el feto que conocemos y que un día fuimos nosotros. Este es el feto que tratamos en la obstetricia moderna; el mismo bebé que cuidamos antes y después del nacimiento, y que antes de ver la luz del día puede enfermarse y necesitar de diagnóstico y tratamiento como cualquier otro paciente" (2)
(25) ¿El nonato siente dolor?
Sí. La capacidad de sentir y de reaccionar ante el dolor no se origina en el nacimiento o después de éste.
La ciencia ha demostrado la extraordinaria reactividad del feto humano al sonido, al gusto, al tacto y al dolor, a través de las ecografías, de los electroencefalogramas y de las endoscopias.
La Comisión de Investigación sobre la Capacidad de Sentir de los Fetos de Gran Bretaña ha concluido que:
“Existe un creciente número de evidencias de que el feto puede sentir dolor alrededor de las once semanas. Algunos señalan que el movimiento más temprano de la criatura no nacida se puede observar a las cinco semanas y media de concebida y que es posible que sienta dolor desde esta etapa. De hecho, a medida que se descubre más sobre el desarrollo del bebé no nacido, la etapa en que se piensa que puede experimentar dolor es cada vez más temprana” (3)
El ex-presidente norteamericano Ronald Reagan escribió lo siguiente:
“Debemos conocer la realidad de los horrores que ocurren. Los médicos hoy saben que un bebé por nacer puede sentir, desde las entrañas de su madre, una caricia, así como que pueden reaccionar ante el dolor. Pero ¿cuántos norteamericanos están al corriente de las técnicas de aborto que queman la piel del bebé con una solución salina, dejándolo en una agonía que puede durar varias horas hasta morir?” (4)
(26) ¿Qué es el nacimiento?
Como observa el Dr. Jack Willke:
"El nacimiento es la salida del niño del útero de la madre, la sección del cordón umbilical y el comienzo de la existencia del niño separado físicamente del cuerpo de la madre.
"El único cambio que se produce con el nacimiento es una modificación del sistema externo de apoyo a la vida del niño. No hay diferencias entre el niño antes y después de nacer, excepto el cambio en sus métodos de alimentación y de obtención del oxígeno.
"Antes del nacimiento, el bebé obtenía alimento y oxígeno de la madre a través del cordón umbilical. Después del nacimiento, obtiene el oxígeno por medio de sus propios pulmones y la nutrición a través de su propio estómago, siempre que sea suficientemente maduro como para nutrirse por esta vía."(5)
Desmintiendo las falacias abortistas
Para difundir con éxito sus propuestas, los partidarios del aborto buscan por todos los medios encubrir que se trata, lisa y llanamente, de la matanza de seres humanos inocentes e indefensos.
Para ello utilizan hábilmente un lenguaje emocional que tiende a despertar lástima o hasta simpatía por la mujer que practica el aborto.
Así, por ejemplo, se refieren al asesinato de un niño no nacido en el seno de su propia madre simplemente como a la "interrupción de un embarazo no deseado". O también, hablan contradictoriamente de "aborto terapéutico", como si el embarazo fuese una enfermedad, ocultando que el aborto conduce a la muerte y no a la cura del nuevo ser en gestación.
A toda costa, los abortistas desean evitar ser señalados como auténticos homicidas. Son elocuentes y verborrágicos al presentarse como defensores de los "derechos de la mujer", pero pretenden que olvidemos que está en juego la vida de un ser humano. (1)
Así describió Julián Marías esta realidad:
"A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: se dice que es la interrupción del embarazo (...) La horca o el garrote pueden llamarse interrupción de la respiración, y con un par de minutos basta. Cuando se provoca el aborto o se ahorca, se mata a alguien. Y es una hipocresía más considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se encuentre el niño que viene, a qué distancia de semanas o meses del nacimiento va a ser sorprendido por la muerte" (2)
Al mismo tiempo, haciendo una maquiavélica combinación de omisiones, sloganes y epítetos, los abortistas pretenden despertar las más injustas antipatías contra los defensores del niño por nacer. Es lo que persiguen cuando afirman que los partidarios de la vida están a favor del "embarazo compulsivo" o que buscan imponer "su moral" a toda la sociedad.(3)
De ahí que resulte indispensable restablecer la verdad, refutando en este capítulo las principales falacias abortistas.
(27) Si la mujer tiene derecho sobre su propio cuerpo, interrumpir el embarazo ¿no es un problema personal?
En principio, aunque no de modo absoluto, es verdadero afirmar que la mujer tiene derecho sobre su propio cuerpo. Pero, ¡cuidado!, sobre el de ella y no sobre el de otro individuo, como lo es la criatura que lleva en su seno.
Después de la fecundación, en la intimidad del útero materno está desarrollándose un nuevo ser humano que tiene derecho a ser protegido por la ley y, obviamente, por su propia madre.
La privacidad del vientre no autoriza a que se mate dentro de él, del mismo modo que la intimidad de una vivienda no da derecho a sus propietarios a cometer un asesinato dentro de los límites de sus muros.
Conviene aclarar, por lo demás, que el derecho sobre el propio cuerpo tiene sus límites. No está permitido, por ejemplo, conducir un automóvil en estado de ebriedad o venderse como esclavo. ¿Por qué? "Porque ser dueños del propio cuerpo no justifica cualquier acción" (4)
Baste recordar lo que dice San Pablo sobre el derecho mutuo que existe entre los esposos:
"La mujer no tiene potestad sobre su cuerpo, sino el marido; e igualmente, el marido no tiene potestad sobre su cuerpo, sino la mujer." (5)
(28) ¿Por qué la ley obliga a dar a luz a un hijo no deseado?
Admitir el derecho a destruir un hijo sólo porque se convirtió en “no deseado”, equivaldría a legalizar el asesinato para solucionar todas las situaciones indeseadas en la sociedad.
Más bien los especialistas deberían abocarse a estudiar los motivos por los cuales, lamentablemente, una gestación se volvió indeseable y a proponer salidas, como por ejemplo la adopción de estos niños por parte de familias responsables.
Una mujer embarazada es madre. Su hijo ya existe y una vez engendrado no puede librarse de él matándolo tan sólo porque no lo desea.
La experiencia ha demostrado, por lo demás, que muchos hijos no deseados, si se les deja nacer se convierten en muy queridos.(6)
Tómese en consideración que, cuando se establece la ilegalidad del aborto, tan sólo se busca evitar que una mujer mate a su hijo mientras éste se está desarrollando en su seno.
(29) ¿No es absurdo obligar a una mujer a llevar a término su embarazo en el caso de una violación o incesto?
Si ni siquiera el violador es condenado a muerte a causa de su crimen nefando, ¿será condenado a la pena capital el nonato inocente?
Es radicalmente injusto vengar en la criatura sin culpa alguna el crimen del padre y constituye una monstruosidad mucho más grave que la misma violación.
Alentar los abortos -por lo demás- es una falsa solución. El combate a la inmoralidad pública y el fortalecimiento de la institución familiar es lo que contribuirá eficazmente a evitar la propagación de las violaciones y los incestos.
Por lo demás, es muy raro que una mujer quede embarazada a raíz de una violación. (7)
Las estadísticas realizadas en los últimos años por el Centro de Ayuda a la Mujer en Méjico demuestran que sólo en el 2,2 % de los casos figuró la violación como una de las razones para recurrir al aborto. (8)
Aspectos económicos y demográficos (I)
(32) Los hijos de madres adolescentes, ¿no quedan especialmente sujetos a la pobreza, al resentimiento y al odio? Una niña no sabrá educar a sus hijos, ¿no es mejor entonces abortarlos?
Las madres adolescentes que ni siquiera cuenten con el apoyo o la colaboración de su familia, pueden entregar sus hijos a padres adoptivos dedicados.
Los hechos demuestran que es mayor el número de matrimonios deseosos de adoptar que el de niños de madres adolescentes, lo que facilitaría encontrar una solución al problema.
En los EE.UU. más de dos millones de pedidos de adopción quedan cada año sin atender. Esta cifra debe ser duplicada o triplicada porque estas parejas adoptarían dos o tres niños si se los otorgaran. Y, de acuerdo al Comité Nacional de Adopción, hasta hace algunos años atrás, solo sesenta y cinco mil criaturas se encontraban anualmente disponibles para ser adoptadas. (1)
Por lo tanto, es evidente que los niños nacidos de madres adolescentes tendrían grandes posibilidades de ser bien cuidados y educados.
Algunos líderes de movimientos abortistas critican el sistema de adopción, afirmando que el mismo desconoce los derechos de la madre sobre sus hijos biológicos.
Aquí debemos aclarar que todo derecho sobre un ser humano implica necesariamente reciprocidad: el niño también tiene derecho a ser bien atendido por la madre. Y no solamente después del nacimiento, sino a partir de su concepción.
Los abortistas, que niegan ese derecho a los no nacidos, defienden hipócritamente los derechos de las madres contra el sistema de adopción que contribuye a eliminar los abortos.
Para mostrar con mayor claridad el absurdo del argumento abortista (de que los hijos de madres adolescentes corren mayores riesgos de sufrir la pobreza que los hijos de madres adultas) basta mencionar los resultados de un estudio basado en 375 mil niños de Norteamérica: a los 30 años, hijos nacidos de madres adolescentes estaban ganando, en promedio, lo mismo que los hijos de madres adultas.(2)
¿Qué valor y credibilidad tienen entonces esas predicciones desastrosas de los abortistas acerca de los hijos de madres adolescentes? Ninguna.
(33) ¿El aborto no constituye un medio eficaz para evitar la explosión demográfica especialmente en los países subdesarrollados que no pueden alimentar a toda la población?
En ningún caso una práctica criminal como el aborto debe ser aceptada para solucionar reales o imaginarios problemas de la sociedad contemporánea.
De todas maneras, no hay la menor base científica para sustentar que el aumento de la población mundial puede llevar a una crisis alimenticia de proporciones catastróficas, al punto de "obligar" al hombre a recurrir al exterminio de sus semejantes para sobrevivir.
En efecto, jamás se confirmaron las predicciones –como las del célebre Malthus a finales del siglo XVIII o las del Club de Roma en la década del cincuenta- que anunciaban "que la vida humana sobre la tierra era insostenible porque la población aumentaba en progresión geométrica [multiplicándose] mientras la producción de alimentos crecía solo en progresión aritmética [sumándose]".(3)
Sin tomar en consideración los numerosos datos que demuestran la existencia hoy de una superproducción de alimentos, baste decir que el profesor Donald Bogne "ha probado que teóricamente los agricultores del mundo pueden alimentar una población 40 veces más grande que la actual".(4)
En realidad, la verdadera "amenaza que se cierne sobre la tierra no es la superpoblación sino la subpoblación, ya que la fertilidad promedio de las mujeres de la mayoría de las naciones del mundo es inferior a la tasa de reemplazo (2.1 hijos por mujer)."
En consecuencia del menor número de nacimientos y del aumento de la longevidad, la población mundial envejece rápidamente con efectos de los más graves para la sociedad: "la economía entrará en un proceso de recesión crónica (los jóvenes son los que más consumen), las escuelas cerrarán por falta de alumnos, los sistemas de seguridad social quebrarán por falta de aportantes y aumento de beneficiados".(5)
(36) ¿No es mucho más brutal dejar que nazca una criatura deformada o infectada por un virus como el SIDA, que abortarla?
Los abortistas, que sin ningún escrúpulo relegan a los nonatos a la condición de desechos, súbitamente sienten pena y piedad por esas criaturas. Sin embargo, cosa singular, ¡las aman tanto que desean matarlas!
Es el mismo y absurdo argumento de que un fin presumiblemente bueno podría justificar un medio intrínsecamente malo.
La ilegitimidad del aborto inducido es independiente del grado de infortunio o de cualquier circunstancia dramática que pueda aquejar a la madre o a la criatura.
Si por causa de riesgos inherentes a la gestación, los padres tuviesen el derecho de suprimir la vida del feto, entonces el derecho al aborto existiría para todo y cualquier embarazo.
Más aún, existiría el derecho de interrumpir la vida después del parto, cuando la criatura nacida estuviera en una situación de grave adversidad o de irreparables malformaciones. Esta actitud es evidentemente absurda porque los individuos minusválidos merecen la misma protección que todos los hombres, antes y después del nacimiento.
Por otra parte, el someterse al aborto no librará ni inmunizará a la madre respecto al HIV.
Además, el test del SIDA solamente resulta positivo al 30 % de hijos de portadoras de HIV. Esto no significa necesariamente que el virus del SIDA esté presente en él, sino que demuestra la existencia de los anticuerpos contra éste, probablemente de la sangre materna, que desaparecerán un tiempo después del nacimiento. Sometida la madre a un adecuado tratamiento, sólo el 7 % de los niños tendrán probabilidades de contraer esta enfermedad.
Puestas así las cosas, no tiene ningún sentido argumentar a favor del aborto aduciendo posibles sufrimientos del niño por nacer, que en muchísimos casos serán evitados gracias al avance de la medicina.
Proponer la legalización del aborto para estos casos manifiesta no sólo un desconocimiento científico, sino sobre todo una profunda falta de fe en la Providencia Divina.
A propósito de la mal formación del feto como pretexto para la práctica del aborto, es concluyente el testimonio dado por el jurista Celso Bastos, renombrado constitucionalista brasileño, en una entrevista a la revista “Catolicismo”:
"Participé de una discusión en la que un médico, dueño de diversas clínicas, defendía el aborto. El decía que con un aparato de ultrasonidos, se puede conocer con un 80 % de certeza si el feto sufre de mongolismo, en cuyo caso podría ser abortado. Entonces le pregunté, ya que admitía un 20 % de inseguridad, ¿por qué no dejar nacer a la criatura y matarla después? Entonces tendríamos un 100 % de certeza. El no tuvo respuesta y se irritó." (6)
(37) ¿Sin embargo, no es sumamente cruel condenar a esos niños gravemente enfermos o discapacitados a una vida desgraciada, con las consiguientes complicaciones de todo orden para sus padres?
Sorprende sobremanera la facilidad con la cual, para justificar el aborto, se supone que toda persona gravemente enferma o discapacitada prefiere morir a soportar grandes sufrimientos a lo largo de su vida.
Aún sin tomar en consideración las sublimes verdades de la Fe, que dan sentido a los mayores infortunios, de acuerdo a investigaciones bien documentadas "no existen diferencias entre personas discapacitadas y personas normales en lo referente a grado de satisfacción, perspectivas en cuanto al futuro inmediato y vulnerabilidad a la frustración".
En ese sentido, es revelador el testimonio de W. Peacock:
"A un grupo de 150 pacientes no seleccionados de espina bifída, se les preguntó si sus deficiencias hacían que la vida no mereciera vivirse, y si se les debería haber 'dejado morir'. La respuesta unánime fue enérgica: ¡por supuesto que querían vivir! (7)
Con relación a los padres, para no abundar en las razones ya expuestas, nos limitamos a narrar el ejemplar comportamiento del matrimonio Armas, cuya historia se conoció a través de Internet y que responde cabalmente a esta pregunta.
Julie y Alex Armas lucharon mucho tiempo por tener un bebé. Julie, una enfermera de 27 años de edad, sufrió dos pérdidas antes de quedar embarazada del pequeño Samuel. Sin embargo, cuando cumplió 14 semanas de gestación comenzó a sufrir fuertes calambres. Una prueba de ultrasonido mostró las razones. El cerebro de Samuel lucía deforme y la espina dorsal se desprendía de una columna vertebral que también presentaba anomalías; el bebé sufría de espina bífida y podían decidir entre un aborto o un hijo con serias discapacidades. Según Alex, el aborto nunca fue una opción.
Antes de dejarse abatir, la pareja decidió buscar una solución por sus propios medios y fue así como ambos comenzaron a solicitar ayuda a través de Internet. Así fue como se conectaron con el Dr. Joseph Bruner y su equipo que decidieron intervenir al niño sin sacarlo del útero.
La espina bífida puede llevar al daño cerebral, generar diversas parálisis e incluso una incapacidad total. Sin embargo, al ser corregida antes que el bebé nazca, se tienen muchas más opciones de curación. Aunque el riesgo era grande la operación fue un éxito.
Un fotógrafo registró la cirugía practicada al feto de 21 semanas de gestación y captó cómo la criatura sacó su pequeñísima mano desde el interior del útero de su madre e intentó sujetar uno de los dedos del médico que lo estaba interviniendo.
Después del nacimiento, los padres de Samuel dirigieron una carta a todos los amigos que en el mundo se unieron en oración por el bebé y adoptaron su conmovedora historia como estandarte de la lucha provida.(8)
La vida es "un valle de lágrimas" y la peor solución es querer huir de esta realidad, pues pone al descubierto, además de la cobardía, la falta de Fe y de sentido común.
Es una utopía utilizar el argumento de la “calidad de vida” para justificar un aborto. El ya citado Dr. Jerôme Lejeune recuerda a un colega norteamericano que le hizo esta confidencia:
“Hace unos años mi padre era un médico judío que ejercía su profesión en Brenau, Austria. Un día nacieron dos bebés en su clínica. Uno era vigoroso, gozaba de buena salud, daba fuertes gritos. Sus padres estaban muy orgullosos y contentos. El otro bebé era una pequeña niña, pero sus padres estaban tristes porque sufría el síndrome de Down. Seguí sus vidas durante casi 50 años. La hija creció en casa y finalmente se la destinó a cuidar a su madre durante la larga enfermedad que ésta sufrió después de un paro cardíaco. No recuerdo su nombre. Sin embargo, sí recuerdo el nombre del niño, pues él creció para matar a millones de personas. Murió en un bunker en Berlín. Su nombre es Adolf Hitler” (9)
Aspectos económicos y demográficos (II)
(38) La legalización del aborto ¿no favorecería la eliminación de las clínicas clandestinas donde se lo practica con gran riesgo de vida para la mujer?
Con relación al tema de los abortos clandestinos en el mundo entero se han manipulado cifras y estadísticas impresionantes... pero que de ningún modo son confiables.
Así por ejemplo, en Francia se habló hasta el hartazgo de la existencia de 800.000 abortos clandestinos. Sin embargo solo pudieron ser computados 150.000 oficiales y un máximo de 100.000 no legales: un "error" de cálculo del 300 %. (1)
En ese sentido, es elocuente el testimonio del Dr. Bernard Nathanson, autor de "El Grito Silencioso", quien en reiteradas ocasiones se refirió a la descarada manipulación de datos, llevada a cabo por grupos de presión abortistas con la complicidad de importantes medios de comunicación, a fin de despertar adhesiones a sus propuestas.
Aunque sabían de la existencia de 100.000 abortos ilegales en los EE.UU., reiteradamente dieron a los "media" la cifra de 1.000.000. y a pesar de que tan solo morían entre 200 y 250 mujeres a causa de los abortos ilegales, continuamente se difundía que eran más de 10.000.
A fuerza de ser repetidas, estas falsedades terminaron siendo admitidas por muchos norteamericanos convenciéndolos de la necesidad de liberalizar el aborto. Una vez aprobado, éste se transformó en el principal medio para controlar la natalidad en aquel país y el número anual de abortos se ha incrementado en un 1500% -15 veces más.
Por otra parte, nunca fue probado que la legalización del aborto haya hecho disminuir el número de abortos clandestinos. Por el contrario, en aquellos países donde lo fue, no sólo aumentó progresivamente la práctica del aborto voluntario, sino que no disminuyó la cantidad de abortos clandestinos.
El Dr. Christophe Tieze, partidario del aborto, reconoció que:
“no fue alcanzado uno de los principales objetivos de la liberalización de las leyes sobre el aborto en Escandinavia que era la de reducir la incidencia de abortos ilegales. Por el contrario, como se lo puede constatar en diversas fuentes, los abortos legales e ilegales han aumentado” (2)
Obsérvese también el interesante estudio del Dr. Thomas Hilgers, "Induced Abortion: A Documented Report”(2ª ed., Minnesota Citizens Concerní for Life, 1973, cap. 7), en el cual queda demostrado que, después de la legalización del aborto, el índice de abortos clandestinos permaneció inalterable en ocho países europeos.
Esto es comprensible puesto que "muchas personas para evitar la publicidad, los papeleos, las certificaciones, la inspección pública, con el riesgo de divulgación que acarrean, se inclinan por la clandestinidad del aborto." (3)
(39) Si las mujeres con alto poder adquisitivo acuden a clínicas muy bien montadas, ¿por qué las que están por debajo del nivel de pobreza no reciben una atención gratuita para abortar?
Toda mujer embarazada, de cualquier condición, está obligada a dar a luz al hijo que concibió. En ningún caso el aborto puede ser considerado un derecho cuyo ejercicio deba ser garantizado y hasta ofrecido en forma gratuita por el Estado.
Lejos de favorecer el crimen, los gobiernos deberían preocuparse de asegurar las condiciones materiales para que los no nacidos vengan al mundo y puedan ser criados en forma digna.
Es sorprendente la compasión que despiertan las madres pobres en aquellos que propician la matanza de millones de niños por nacer. Ellos pretenden proteger a las madres pobres sacando provecho con la muerte de sus hijos...
Si los no nacidos tienen el mismo derecho a la vida que las madres pobres, ¿en nombre de que principio uno puede ser asesinado para supuestamente proteger al otro?
(40) ¿El aborto no sería un mal menor para un hijo de madre soltera o miserable? ¿No sería peor dejar nacer a esa criatura, que nunca conocerá a su padre, no tendrá un hogar y probablemente estará destinado a ser un "chico de la calle" o un delincuente?
Nadie puede decidir la suerte de la vida de otro basándose en sus propios criterios para determinar el futuro.
No somos adivinos del porvenir de nuestros hijos, mucho menos de los hijos de otros.
Esa posición revela un espíritu supersticioso y determinista, que impide formular un juicio objetivo sobre situaciones concretas y realidades complejas.
Es injusto que un bebé completamente inocente sea condenado a muerte en razón de dificultades socioeconómicas que deberían ser solucionadas por otros medios.
Lo que resulta necesario es proteger la vida en vez de utilizar el recurso hipócrita de lavarse las manos para huir de la responsabilidad que nos cabe de encontrar remedio a los problemas de los pobres.
Una vez más, ¿por qué no recurrir a la adopción? O ¿por qué no ayudar a las mujeres en esas condiciones a contraer matrimonio y a formar un hogar, a fin de que puedan educar y resolver la situación de los hijos?
"¡Por favor, no maten al niño!", exclamó en 1994 la Madre Teresa de Calcuta ante el Presidente de los Estados Unidos Bill Clinton. Y agregó:
"Yo quiero al niño. Por favor denme ese niño. Estoy dispuesta a aceptar cualquier niño que podría ser abortado y darlo a una pareja de casados que lo amará y será amada por el niño. Solamente en nuestro hogar de niños en Calcuta hemos salvado más de 3.000 niños del aborto. ¡Estos niños han traído tal amor y alegría a sus padres adoptivos y han crecido tan llenos de amor y júbilo!(...)
"Estamos combatiendo el aborto con la adopción, cuidando a la madre y adoptando a su bebé. Hemos salvado miles de vidas. Hemos dicho a clínicas, a hospitales y estaciones de policía: Por favor, no destruyan al niño; lo tomaremos. De manera que siempre tenemos a alguien que le diga a la madre en problemas: Ven, cuidaremos de ti, le daremos un hogar a tu hijo. Y tenemos una tremenda demanda de parejas que no pueden tener hijos (...)" (4)
El mal mayor, es necesario insistir, será siempre el aborto, no sólo para el nonato que se eliminará, sino también para la propia mujer que aborta, por causa de las secuelas físicas, psicológicas y morales que llevará consigo.
(41) Los abortos han continuado aunque no fueron legalizados. ¿El Estado no debería liberarlo una vez que la ley no es obedecida?
Pretender la eliminación de las conductas criminales legalizándolas, equivaldría a echar por tierra todo el orden jurídico de un país.
Así por ejemplo, en la lógica de la pregunta, una vez que no pueden ser erradicados de la sociedad los asaltos a mano armada y los homicidios, éstos deberían ser legalizados en determinadas condiciones...
Por lo demás, no le es legítimo al Estado renunciar a su obligación de arbitrar todos los medios necesarios en orden a consignar, sancionar y garantizar adecuadamente el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
En efecto, el derecho a la vida es un derecho fundamental y primario del hombre, sin cuyo reconocimiento no hay libertad, ni posibilidad de ejercer los demás derechos naturales, ni tampoco la amplia gama de potestades que, en consecuencia, le reconoce al individuo la ley positiva.
En consecuencia, resulta un deber irrenunciable del Estado la sanción de todo acto que implique la muerte de una persona inocente. En el orden penal, ello implica la represión del homicidio en todas sus formas y, por cierto, la del aborto, dado que se trata de una especie de dicho género delictual. (5)
(42) ¿No sería mejor promover los métodos artificiales de control de la natalidad, inclusive entre los adolescentes, para evitar la proliferación del aborto? Los anticonceptivos resolverían de raíz el drama del aborto, eliminando de una vez por todas el problema de los embarazos no deseados.
La mentalidad anticonceptiva destruye en su raíz el deseo de tener hijos.
Es la razón por la cual, cuando los métodos anticonceptivos fallan, las personas frecuentemente recurren al aborto como "solución" para ese "accidente". Las barreras morales ya estaban abatidas por la cultura anticonceptiva.
Tanto es así que, quien no practica la anticoncepción, en general rechaza con más fuerza al aborto.
En la Encíclica "Evangelium Vitae", S. S. Juan Pablo II enseña:
“Se afirma con frecuencia que la anticoncepción, segura y asequible a todos, es el remedio más eficaz contra el aborto. Se acusa además a la Iglesia Católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando la ilicitud moral de la anticoncepción. La objeción, mirándolo bien, se revela en realidad falaz. En efecto, puede ser que muchos recurran a los anticonceptivos incluso para evitar después la tentación del aborto. Pero los contravalores inherentes a la ´mentalidad anticonceptiva´ -bien diversa del ejercicio responsable de la paternidad y maternidad, respetando el significado pleno del acto conyugal- son tales que hacen precisamente más fuerte esa tentación, ante la eventual concepción de una vida no deseada. De hecho la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción” (6)
La anticoncepción, por lo tanto, lejos de eliminar los abortos, les abre las puertas.
En este sentido, es elocuente que Malcolm Potts, ex-director médico de la International Planned Parenthood Federation, entidad que financia movimientos abortistas y de control de la natalidad en todo el mundo, haya declarado en 1973:
"En la medida en que las personas adoptan métodos anticonceptivos, aumenta, y no disminuye, el número de abortos." (7)
La Libertad y el Estado
(30) ¿Impedir la práctica del aborto, no sería ejercer violencia contra la mujer víctima de la violación? Pues en ese caso sufriría dos traumas: el primero, por parte del criminal, y después, por parte del Estado autoritario que la obligaría a tener un hijo, imagen viva del violador...
Tan sólo mentes enfermas pueden imaginar que el trauma resultante de una violación puede solucionarse con un trauma mil veces más grave, como es el asesinato de un niño inocente e indefenso.
En el trauma de una violación la víctima no tuvo la culpa y sabe que no la tiene. Ante el trauma eventualmente causado por la "imagen viva" del criminal, la madre también sabe que el hijo es inocente y que eso no es más que una mera asociación de imágenes.
Si tal asociación fuera muy dolorosa, ella podría apartarse de su bebé entregándolo a personas o instituciones que deseen adoptarlo.
Si decide asumir la crianza de su hijo, se sentirá elevada y dignificada a sus propios ojos, porque sabrá que está practicando un acto noble y meritorio. Tendrá, además, la compensación psicológica que se desprende de la convicción del deber cumplido.
(31) Si se tratase de una niña o adolescente, ¿se la obligará a tener el hijo y a hipotecar su futuro?
Como ya fue dicho varias veces, jamás un crimen puede ser propuesto como una solución para cualquier conflicto, por más complicado que éste fuera.
Hay que contemplar, por lo demás, los gravísimos problemas de orden espiritual y psicológico provocados por el aborto en las mujeres y cuánto se agravan los mismos al tratarse de una niña o una adolescente.
Abortar a un niño que se lleva en las entrañas, eso sí es "hipotecar el futuro". Darlo a luz con la confianza puesta en Dios, aún en las condiciones difíciles de las que estamos tratando, permitirá llevar con serenidad y tranquilidad de conciencia una existencia digna.
(34) Cuando se encuentra en peligro la vida de la madre, ¿no conviene interrumpir el embarazo?
El fin no justifica los medios. El homicidio voluntario del bebé por nacer teniendo en vista alcanzar presumiblemente un buen resultado (la salud o vida de la madre) nunca puede justificarse.
Un médico que atiende a una mujer embarazada tiene, en realidad, dos pacientes. No hay nada de “terapéutico” (del griego therapeia, "tratamiento", "cura") en el acto de matar voluntariamente a uno de los dos. El Prof. Charles E. Rice, de la Facultad de Derecho de Notre Dame, Francia, afirmó:
“No existe una situación en la que el aborto sea médicamente necesario para salvar la vida de la madre” (1).
Del mismo modo, el Dr. Roy S. Hefferman, de la Tufts University, EE.UU., declaró en un congreso del Colegio Norteamericano de Cirujanos: “Quien practica un aborto terapéutico ignora los métodos modernos en los casos de complicaciones de embarazos o simplemente no tiene voluntad de tomarse el tiempo necesario para utilizarlos” (2).
Así se expresa el biólogo José Botella Llusia, Catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad Complutense de Madrid:
"Los progresos de la medicina han sido tales que hoy día cualquier cardiópata puede sobrellevar un embarazo y las más graves complicaciones de la preñez pueden ser resueltas sin necesidad de interrumpirla. El aborto terapéutico, con el problema que planteaba condenar a un ser inocente para salvar la vida de otro, puede considerarse afortunadamente como un dilema ya obsoleto".(3)
La misma Organización Mundial de la Salud reconoció que prácticamente no existen ya enfermedades afectables por el embarazo.(4)
La práctica del aborto en tales circunstancias, por lo demás, está expresamente prohibida por la moral católica:
"No es lícito provocar el aborto, ni siquiera para salvar la vida de la madre o el honor de una joven víctima de violación." (5)
(35) Y si la madre necesita tomar un remedio o ser operada durante el embarazo, lo que terminará provocando la muerte del feto, ¿se debe dejar morir a la mujer para salvar la vida del nonato?
Para responder la pregunta es necesario hacer una distinción entre el aborto directo e indirecto.
El directo no es lícito, pues por mejor que sea el fin que se pretenda alcanzar -proteger la salud de la madre o curarla-, nunca se puede realizar un acto intrínsecamente malo, como lo es provocar expresamente la muerte del embrión.
El segundo es lícito, pues sobreviene como una consecuencia indirecta, no inmediata "de un medicamento o de un acto médico (la extirpación de un cáncer de útero, por ejemplo) para curar una enfermedad de la madre. Aquí resultan dos efectos de una misma acción: uno bueno (salud de la madre), otro malo, (la muerte del feto). De estos dos efectos, uno es el buscado, y otro es el que puede seguirse del anterior, pero de un modo incidental".
Tómese en consideración, sin embargo, que no debe existir otro medio de obtener la curación de la madre y que debe haber una razón proporcionalmente grave para intentarlo.(6)
Sobran ejemplos para demostrar lo que una buena madre decidiría ante la difícil situación de decidir entre su vida o la del niño. Transcribimos un hermoso y actual testimonio a imitar:
"El 27 de enero de 1993 moría en Italia a los 28 años, Carla Levati de Ardenghi, 'ocho horas después de haber dado a luz un niño que quiso traer al mundo pese a que los médicos le aconsejaron un aborto para operarla de cáncer. La mujer llegó al parto en estado de coma, después de meses de grandes sufrimientos físicos soportados para evitar que los fármacos que podían calmarle el dolor dañaran al feto que llevaba en su seno (...) Morir antes que matar. De acuerdo con su marido, Valerio Ardenghi, un albañil, Carla prefirió el sufrimiento y dar a luz al nuevo hijo. Su esposo escribió en estos meses un diario de las angustias y dolores vividos día por día. En una de las últimas páginas escribió: 'Gracias Carla, por haberme convertido en un hombre'(...) El último deseo de Carla fue que su segundo hijo fuera bautizado en la pequeña iglesia de la Virgen de Roveri, donde mañana por la tarde se realizarán sus funerales. Yo también te digo, sin haberte conocido: ¡Muchas gracias, Carla!..." (7)
Las enseñanzas de la Iglesia Católica
sobre el aborto
“En la búsqueda de las raíces más profundas de la lucha entre la ´cultura de la vida´ y la ´cultura de la muerte' es necesario llegar al centro del drama vivido por el hombre contemporáneo: el eclipse del sentido de Dios y del hombre (...) perdiendo el sentido de Dios, se tiende a perder también el sentido del hombre, de su dignidad y de su vida” (1)
Ofuscados por informaciones y opiniones contradictorias, no pocos católicos están asaltados por múltiples dudas acerca de las enseñanzas y aplicaciones concretas del Magisterio tradicional de la Iglesia sobre el aborto.
En esas condiciones, encontrarán dificultades para cumplir, adecuadamente, el ineludible deber de defender con eficacia la vida inocente del no nacido, bajo constante amenaza en la sociedad contemporánea.
De ahí la importancia fundamental de conocer con toda exactitud y en profundidad la doctrina católica sobre el tema, así como la respuesta precisa a las objeciones repetidas por los abortistas.
Al respecto conviene recordar que: "No es lícito, en estos tiempos, tener 'una cierta opinión'; o decantar las propias ideas en determinada dirección 'por intuición'; y mucho menos por conveniencia personal. Es necesario estudiar, leer, profundizar en el tema. La vida no es un juego o una circunstancia fortuita: ni la de cada uno de nosotros, ni la de esos futuros niños que aún no han visto la luz" (2)
(43) ¿Cuál es el pensamiento de la Iglesia Católica sobre el aborto?
Unánimente, a lo largo de toda la historia, los Padres de la Iglesia, sus Pastores y sus Doctores, han condenado el aborto al que calificaron de homicidio.
Como explica la Congregación para la Doctrina de la Fe en el ya citado libro "El Aborto Provocado": "La tradición de la Iglesia ha sostenido siempre que la vida humana debe ser protegida y favorecida desde su comienzo, como en las diversas etapas de su desarrollo", oponiéndose de esa forma "a las costumbres del mundo greco-romano".(3)
Los más antiguos documentos de la Iglesia denunciaron al aborto con severísimas palabras por ser contrario a la ley natural y a la ley divina. Pueden consultarse al respecto: la "Didaché Apostolorum", ed. Funk, Patres Apostolici, V, II; Athenágoras, "En defensa de los Cristianos", 35, P.G. 6, 970; Tertuliano, "Apologeticum", IX, 8. P.L. I, 371-372; Santo Tomás de Aquino, "Comentario sobre las Sentencias", Libro IV, dist. 31, exposición del texto.
" Los últimos pontífices romanos –continúa la Congregación vaticana- han proclamado con la máxima claridad la misma doctrina", como lo atestiguan la Encíclica "Casti Connubi" del Papa Pío XI (31-12-1930); la Encíclica "Discurso a la Unión Médica Italiana" del Papa Pío XII (12-11-1944); la Encíclica "Humanae Vitae" del Papa Paulo VI (25-7-1968).
(44) Juan Pablo II ¿también ha condenado el aborto?
El Papa Juan Pablo II reiteró en diversas oportunidades las enseñanzas de la Iglesia en esa materia.(4)
Y en forma definitiva y categórica lo condenó en estos términos:
"Con la autoridad conferida por Cristo a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con los Obispos de la Iglesia Católica, confirmo que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral. Esta doctrina, fundamentada en aquella ley no escrita que cada hombre, a la luz de la razón, encuentra en el propio corazón (Rom. 2, 14-15), es corroborada por la Sagrada Escritura, transmitida por la tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal” (5)
Para hacer comprender la gravedad del "delito abominable del aborto", el primer capítulo de la Encíclica "Evangelium Vitae" recuerda que, conforme a las Sagradas Escrituras, existen "pecados que claman venganza ante la presencia de Dios" y entre ellos "ha incluido, en primer lugar, el homicidio voluntario".(6)
(48) ¿La Iglesia no admite el aborto en caso de violación?
Como ya quedó dicho, la Iglesia enseña que la ley natural y la ley divina: "excluyen, pues, todo derecho a matar directamente un hombre inocente"(7)
Sin desconocer las dificultades que eventualmente podría acarrear un embarazo en estas condiciones, la doctrina católica es categórica: no hay razón alguna que pueda darnos el derecho a disponer de la vida de un ser inocente e indefenso en el seno materno.
Esta enseñanza de la Iglesia "no ha cambiado y no es cambiable".(8)
(49) Y si la vida de la madre corriera peligro, ¿no es ésta causa suficiente para permitir el aborto?
Es necesario insistir: jamás un católico puede aprobar el aborto.
Como ya fue explicado, en este caso el médico deberá intentar poner a resguardo tanto la vida del niño como la de su madre.
En el discurso a los participantes del Congreso de la Unión Católica Italiana de Obstetricia, el Papa Pío XII aclaró que:
"Ningún hombre, ninguna autoridad humana, ninguna ciencia, ninguna 'indicación médica', eugenésica, social, económica, moral puede exhibir o dar título jurídico válido a una disposición deliberada directa sobre la vida humana inocente, es decir, a una disposición que persiga su destrucción, sea como fin, o como medio para obtener otro fin que tal vez no sea en sí mismo absolutamente ilícito. Así, por ejemplo, salvar la vida de la madre es un fin muy noble; pero la muerte del no nacido directamente provocada, como medio para este fin, no es lícita. La destrucción directa de la llamada 'vida sin valor', nacida o por nacer, practicada en gran número en los últimos años, no se puede justificar de modo alguno".(9)
Del mismo modo Juan Pablo II reiteró la ilicitud del aborto cuando corre riesgos la vida de la madre:
"Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso, en cuanto que la decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia, sino porque se quisieran preservar algunos bienes importantes, como la propia salud o un nivel de vida digno para los demás miembros de la familia. A veces se temen para el que ha de nacer tales condiciones de existencia que hacen pensar que para él lo mejor sería no nacer. Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente". (10)
Sanciones de la Iglesia a quienes favorecen
o practican el aborto
(45) ¿Qué sanciones prevé la Iglesia contra quienes practican el aborto?
"Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión 'latae sententiae', es decir, automática [sin que medie sentencia]. La excomunión afecta a todos los que cometen este delito conociendo la pena." (1)
Dada la gravedad del pecado cometido al practicar un aborto, la Iglesia reserva su absolución al obispo diocesano y en el caso de los religiosos el canon 695 establece una penalidad especial.
(46) ¿Y qué penas reciben quienes aconsejaran, incitaran o directa e indirectamente provocaran un aborto?
Conforme la Encíclica "Evangelium Vitae":
"La excomunión afecta a todos los que cometen este delito conociendo la pena, incluidos también aquellos cómplices sin cuya cooperación el delito no se hubiera producido".(2)
Tómese en consideración que el Código de Derecho Canónico no establece ninguna excepción referida a los motivos que llevaron a practicar el aborto.
La excomunión, por lo tanto, alcanza también a quienes realizan el aborto en todos aquellos casos muchas veces presentados como excepcionales: violación o peligro de vida de la mujer, deformidades en el no nacido, etc.
Dicha pena recae sobre todos aquellos que conscientemente participan de un aborto o colaboran en él, tanto de forma material (profesionales médicos y personal sanitario), como moral o psicológica (marido, novio o padres). (3)
Finalmente, en la aplicación de las penas canónicas hay que tener en cuenta las posibles circunstancias eximentes (c. 1323) o atenuantes de la imputabilidad (c. 1324), en cuyo caso no se incurre en la pena "latae sententiae" (c. 1324, & 3).(4)
(47) ¿Cuál es la responsabilidad de los legisladores y autoridades públicas que apoyaren o votaren leyes favorables al aborto?
El Romano Pontífice es muy claro al señalar la grave responsabilidad que les cabe a los políticos y a todos cuantos, de una forma u otra, favorecen leyes abortistas:
"La responsabilidad implica también a los legisladores que han promovido y aprobado leyes que amparan el aborto, y en la medida en que haya dependido de ellos, a los administradores de las estructuras sanitarias utilizadas para practicar abortos. Una responsabilidad general, no menos grave afecta tanto a los que han favorecido la difusión de una mentalidad de permisivismo sexual y de menosprecio por la maternidad, como a quienes debieron haber asegurado –y no lo han hecho- políticas familiares y sociales válidas en apoyo de las familias, especialmente de las numerosas o con particulares dificultades económicas y educativas. Finalmente, no se puede minimizar el tramado de complicidades que llega a abarcar incluso a instituciones internacionales, fundaciones y asociaciones que luchan sistemáticamente por la legalización y la difusión del aborto en el mundo." (5)
Las enseñanzas de la Iglesia, y los no-católicos
(50) ¿Por qué se han de imponer a una mujer que no es católica los principios morales y religiosos enseñados por la Iglesia? ¿Acaso no tiene derecho a elegir lo que es mejor para ella en un tema absolutamente privado?
No se trata de imponer a no católicos principios morales y religiosos enseñados por la Iglesia. Simplemente, es un principio de derecho natural -no matar- que obviamente integra la doctrina católica. ¿O acaso se pretende invocar la libertad de opinión como pretexto para atentar contra los derechos de los demás, muy especialmente contra el derecho a la vida (1)
Además, el argumento parte de una premisa errónea: una decisión es privada e íntima en la medida en que se refiere tan sólo a los intereses de quien la adopta.
Sin embargo, cuando esa decisión implica intereses de otros y derechos de terceros, ya no puede ser considerada privada, al contrario, pasa a ser representativa o delegada.
Ahora bien, nadie puede delegar a otro el derecho a decidir sobre la propia vida, porque la vida no es un bien delegable, sino vivido.
Los legítimos derechos de una mujer sobre su propio cuerpo terminan donde – en el caso del no nacido- comienza el cuerpo de otro.
Nadie, alegando privacidad, puede traspasar esos límites y lesionar derechos de terceros. Eso sería extender los límites de la privacidad a costa de tales derechos.
Así como sería absurdo aprobar el abuso de los niños por los padres, aduciendo que se trata de materia privada, es absurdo decir que una mujer puede decidir con su médico si su hijo debe vivir o morir.
Destruir un ser humano vivo en nombre del "derecho a la privacidad", es destruir el fundamento de la razón de ser de la privacidad.
Esto no es ejercitar el "derecho a la privacidad", sino ¡un hecho grosero y consumado de absolutismo privado!
Por lo tanto, el gobierno debe intervenir para proteger el derecho a la vida del feto amenazado por la decisión unilateral de una de las partes: su madre.
(51) ¿Por qué al legislar en una materia en la cual están concernidos todos los habitantes de una nación será necesario tomar en consideración lo que enseña la Iglesia sobre el aborto?
El derecho a la vida, como todos los derechos fundamentales del hombre, se asienta en el carácter universal y trascendente de la naturaleza humana y por ello es anterior y superior a toda ordenación jurídica positiva.
Es decir: "No es el reconocimiento por parte de otros lo que constituye este derecho; exige ser reconocido y es absolutamente injusto rechazarlo". (2)
En consecuencia, si el Estado legaliza el derecho de algunos a solicitar o practicar el aborto, actuaría de forma arbitraria, faltaría a un deber y se arrogaría un poder que no le pertenece, socavando las bases jurídicas de la Nación
Por otra parte, es necesario comprender la gravedad que conlleva legislar al margen de la ley natural y divina, ignorando la autoridad de la Iglesia Católica en estas materias.
El conocido pensador católico brasileño, Plinio Corrêa de Oliveira, así lo explicó en una entrevista periodística cuando en su país se encendió la polémica del aborto:
"La Iglesia Católica fue instituida por Nuestro Señor Jesucristo como maestra de la moral. Excluirla de cualquier asunto de naturaleza moral es excluir al mismo Jesucristo, lo que desgraciadamente no es raro que ocurra en los medios de comunicación de nuestros días. (...)
"El derecho de la Iglesia a ser oída no le viene de la mayoría sino de la autoridad del mismo Jesucristo, el cuál fue igualmente Maestro cuando la multitud lo glorificaba cantando: '¡Hosanna al Hijo de David!', como cuando vociferaban: '¡Crucifícalo!'.
"Negarle al Divino Maestro ese derecho, es obviamente mucho más censurable en un país católico en el cual la inmensa mayoría dispone de medios, inclusive pacíficos y enteramente legales, para conseguir que Su voz nunca sea rechazada u omitida. (...)
"¡Cada aborto constituye un asesinato!.(...)
"En la medida en que la impunidad legal permita que en Brasil el aborto se introduzca en nuestras costumbres, el número de asesinatos se multiplicará indefinidamente.
"Todo esto hace correr un río de pecados que gritan y claman al cielo por venganza. Esta enérgica expresión la encontramos hasta en los Catecismos.
"¿Puede haber algo más terrible para un país?
"En el plano social, los efectos del aborto son claros. Por una parte, la ausencia de frutos en las llamadas 'uniones libres' sólo contribuyen a multiplicarlas. Por otra parte, el aborto debilita los vínculos del matrimonio. En efecto, cuanto más numerosos son los hijos, tanto más se robustecen los vínculos afectivos y morales entre los padres.
"Todo esto constituye un factor más que debilita al matrimonio y a la familia, y, por tanto, a toda la sociedad brasileña" (3)
Ya el Beato Pío IX había enseñado en el mismo sentido que:
"Cuando en la sociedad civil es desterrada la religión y aún repudiada la doctrina y autoridad de la misma revelación, también se obscurece y aún se pierde la verdadera idea de la justicia y del derecho, en cuyo lugar triunfan la fuerza y la violencia".
Y deja en claro que:
"Una sociedad, substraída a las leyes de la religión y de la verdadera justicia, no puede tener otro ideal que acumular riquezas, ni seguir más ley, en todos sus actos, que un insaciable deseo de satisfacer la indómita concupiscencia del espíritu sirviendo tan sólo a sus propios placeres e intereses".(4)
(52) Si vivimos en un país democrático y pluralista, ¿no es arbitrario imponer el modo de actuar de los católicos a toda la población?
Quien plantea esta pregunta no puede olvidar, en primer lugar, que vivimos en la Argentina, nación cuyo Gobierno federal, por obligación constitucional, "sostiene el culto católico apostólico romano" (Art. 2º).
Por lo tanto, debe esperarse que los gobernantes y los legisladores respeten los principios católicos aceptados por la mayoría de la población.
Si no actuaran así, estarían imponiendo precisamente a la mayoría los puntos de vista de la minoría.
Al final de cuentas, nadie puede pretender, so pena de aceptar la dictadura de las minorías, que sean los pequeños pero muy organizados grupos abortistas quienes, autoritariamente, dicten las normas legales para todos.
En la Encíclica "Veritatis Splendor", Juan Pablo II vuelve a recordar que la ley natural es universal y obliga a todos los hombres:
"...La ley natural implica universalidad. En cuanto inscrita en la naturaleza racional de la persona, se impone a todo ser dotado de razón y que vive en la historia. ...Pero, en la medida en que expresa la dignidad de la persona humana y pone la base de sus derechos y deberes fundamentales, la ley natural es universal en sus preceptos, y su autoridad se extiende a todos los hombres. (...)
"Los preceptos negativos de la ley natural son universalmente válidos: obligan a todos y a cada uno, siempre y en cualquier circunstancia. En efecto, se trata de prohibiciones que vetan una determinada acción SEMPER ET PRO SEMPER, sin excepciones, porque la elección del comportamiento nunca es compatible con la bondad de la persona que actúa, con su vocación a la vida con Dios y con su comunión con el prójimo." (5)
(53) ¿La Iglesia no debería admitir al menos la despenalización del aborto en algunos casos?
Una vez demostrado el carácter criminal del aborto, cualquier norma sobre el mismo "exige ante todo que la ley lo reconozca como delito; lo que comporta, también por razones educativas, la previsión de penas para quien lo comete o de cualquier modo ayuda a cometerlo." (6)
Eliminar las sanciones fácilmente debilita o termina apagando por completo en la conciencia pública la idea de que el aborto es un crimen contra la vida humana.
Por eso mismo, la despenalización del aborto será tomada por muchos como una autorización para practicarlo, cuando en realidad habría significado una renuncia a castigarlo. Tanto más que en este caso dicha renuncia parece insinuar que el legislador ya no considera al aborto como un crimen, una vez que en todos los países el homicidio sigue siendo gravemente castigado. (7)
En realidad, si el Estado renuncia a su obligación de defender la vida desde su inicio, tampoco la defenderá en su desarrollo y tarde o temprano terminará despenalizando o directamente legalizando el infanticidio y la eutanasia.
"Si cae bajo el poder del Estado no castigar éste 'mal' del aborto, podrá también, 'por razones convenientes' no castigar esos otros crímenes. Siguiendo la misma lógica y con el poder que posee, un día podría 'no castigar' el asesinato de vidas que son consideradas defectuosas o sin valor, se podría matar niños deformes, ancianos, enfermos incurables o seres no productivos ... De este modo se llegaría a poner la vida humana a merced del Estado." (8)
(54) Si se aprobara el aborto, ¿los católicos no deberían aceptarlo una vez que en el Evangelio Jesús nos enseña dar "al César lo que es del César"?
De ninguna manera, pues cuando una ley declara legitimo un acto contrario al derecho natural y divino esa sola oposición basta para que "una ley no sea ya ley".
Por lo tanto, nunca un católico está obligado a obedecer una ley que autorice el aborto pues la misma es "intrínsecamente inmoral".
Tampoco pueden los católicos favorecer la aprobación de esa ley, colaborar en su aplicación, ni ser obligados a ejecutar un aborto.(9)
Si bien es verdad que Nuestro Señor Jesucristo dijo: "Dad al César lo que es del César", también enseñó que debemos "obedecer a Dios antes que a los hombres".
Es lo que recuerda su Santidad Juan Pablo II en la Encíclica "Evangelium Vitae", cuando citando a Santo Tomás de Aquino afirma:
"Toda ley elaborada por los hombres tiene razón de ley en cuanto deriva de la ley natural. Por el contrario, si contradice en cualquier cosa a la ley natural, entonces no será ley, sino corrupción de la ley." (10)
Aborto, Bautismo y Bienaventuranza Eterna
La discusión sobre el aborto habitualmente se centra en el derecho a la vida del niño por nacer, olvidando el aspecto trascendente de la cuestión, es decir la vida eterna.
En efecto, al morir en la Cruz y derramar su sangre infinitamente preciosa, Nuestro Señor Jesucristo nos abrió las puertas del Cielo.
Tenemos, entonces, la gravísima obligación moral de aprovechar los frutos de la Redención. Por eso, la Santa Iglesia Católica determina que, en situaciones de riesgo, médicos y parteras administren el sacramento del bautismo a recién nacidos e incluso a fetos dentro del útero. Asimismo prescribe que, en los abortos espontáneos, el feto sea bautizado si está vivo y bajo condición si se duda de ello.
Precisamente, ese bautismo es sistemáticamente negado a los fetos extirpados criminalmente del seno materno, incluso hasta en los frecuentes casos en que el nonato es arrancado aún con vida.(1)
En consecuencia, agrava aún más el monstruoso pecado del aborto esa indiferencia ante el destino que, desde su concepción, tiene el hombre a la bienaventuranza eterna. (2)
(55) ¿Qué consejo se le puede dar a una mujer sumergida en angustias y dificultades económicas y que está siendo presionada para deshacerse mediante el aborto del "hijo no deseado"?
Es necesario animarla a reflexionar con espíritu de Fe sobre las tribulaciones que se sufren en este "valle de lágrimas", haciéndole comprender la obligación de todo cristiano de no limitar su mirada a la vida terrena. Y a comprender que nuestro destino es el Cielo, cuyas puertas nos abrió el divino Redentor al morir en la Cruz.
Sólo en esa perspectiva encontrará las fuerzas necesarias para no quebrantar la ley de Dios en circunstancia alguna y a confiar en la Divina Providencia, que, por mediación de la Santísima Virgen María, atenderá generosamente sus necesidades temporales y espirituales. (3)
Así se expresó al respecto, en 1974, el Cardenal Francisco Seper, en ese entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe:
"Bajo este punto de vista, no existe aquí abajo desdicha absoluta, ni siquiera la pena tremenda de criar un niño deficiente. Tal es el cambio radical anunciado por el Señor: 'Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados' (Mt. 5,5). Sería volver las espaldas al Evangelio medir la felicidad por la ausencia de penas y miserias en este mundo" (4)